La décima edición del Festival Ibérica Contemporánea en Querétaro bajó el telón con una Gala de Clausura inolvidable: una velada cargada de emoción, recuerdos entrañables y un talento que desbordó el escenario del Teatro Metropolitano de Querétaro.
El flamenco, en su expresión más genuina, fue el hilo conductor de una noche que rindió tributo a los corazones y manos que han dado vida a este festival a lo largo de dos décadas.
Clausura del Festival Ibérica Contemporánea reune a figuras del flamenco
El programa reunió a destacadas figuras del panorama flamenco:
la elegancia de la bailaora Lucía Campillo
la potencia expresiva de Alberto Sellés junto a la voz flamenca de Mara Rey
el duende de Jesús Corbacho acompañado por el guitarrista Juan Campallo
la excelencia coreográfica de la Compañía Ibérica de Danza
la Joven Compañía Larreal del RCPD Mariemma
la Compañía Internacional Proart.
Cada intervención fue una ofrenda artística que tocó fibras profundas y celebró la trayectoria de quienes han marcado historia en Ibérica.
En un momento lleno de sensibilidad, Adriana Covarrubias, directora general del Festival Ibérica Contemporánea, dirigió unas palabras al público. Su mensaje, cargado de gratitud y nostalgia, evocó a las figuras entrañables que ya no están pero que siguen presentes en cada aplauso y compás.
Antes de iniciar el espectáculo, una frase resonó por el recinto: “No muere quien ha cumplido bien la obra de la vida, con amor”, anticipando la carga emotiva de la noche.
Cierre de Ibérica: una verdadera celebración
Desde el vuelo poético del mantón de Campillo hasta la fuerza arrolladora de Sellés y Rey; la inspiración vocal de Corbacho; la impecable ejecución escénica de las compañías y el broche vibrante de una juerga flamenca colectiva, el público fue testigo de una velada mágica. Una noche donde el arte sirvió como puente entre generaciones, memorias y emociones compartidas.
Adriana Covarrubias también extendió un cálido agradecimiento al equipo del festival, a las autoridades estatales y municipales, y a todas las personas que hicieron posible esta edición tan especial.
El cierre fue una verdadera celebración: muchos artistas se unieron en el escenario para vivir una fiesta flamenca que mezcló alegría y melancolía. Aunque el adiós se sintió en el aire, quedó latente la promesa del reencuentro. Porque Querétaro ya no solo es sede: es alma del flamenco en América Latina.