Tomar agua es uno de los hábitos más simples, pero también uno de los más ignorados. En la rutina diaria, es fácil olvidar que la hidratación influye directamente en nuestra energía, estado de ánimo, piel e incluso en el funcionamiento del cerebro.
Aunque la sed es una señal clara, muchas veces ya es un indicio tardío de deshidratación. Aquí algunas señales poco obvias que tu cuerpo puede estar enviando:
Fatiga constante o sensación de pesadez: Cuando estás deshidratado, tu cuerpo reduce el flujo de oxígeno, lo que puede hacerte sentir más cansado.
Dolores de cabeza frecuentes: La falta de agua puede reducir el volumen de sangre y oxigenación al cerebro, causando molestias.
Mal aliento y boca seca: La saliva ayuda a controlar bacterias; sin suficiente agua, estas proliferan más fácilmente.
Piel opaca o seca: Una piel deshidratada luce apagada, con más líneas finas y menos elasticidad.
Problemas digestivos o estreñimiento: El agua es clave para que el sistema digestivo funcione correctamente.
Orina oscura: Es uno de los indicadores más directos; lo ideal es que tenga un tono claro y casi transparente.
Consejos para una correcta hidratación
La recomendación general es entre 2 y 2.5 litros al día, pero esto puede variar según tu actividad física, clima y dieta. También puedes hidratarte con frutas ricas en agua como sandía, pepino o naranja.
Consejo lifestyle: Lleva contigo una botella reutilizable y pon recordatorios durante el día. También puedes iniciar tu mañana con un vaso de agua tibia con limón para activar el metabolismo y favorecer la digestión.