La cocina tiene que ser honesta, así lo han dicho algunos de los mejores críticos culinarios del mundo. Esta afirmación cobra un sentido distinto si hablamos de Asia, un lugar milenario con la que se puede considerar la cocina más honesta y genuina. En la planca de teppanyaki, de Ikebana Teppan, ocurre algo mágico, una conexión entre chef y espectadores, ahí de frente, ¿qué puede ser más honesto que eso?