Ha iniciado un nuevo ciclo escolar y las palabras estudiar y aprender remontan al ámbito educativo, sin embargo, la práctica de la escuela se ha enfocada más al adiestramiento de la atención, la memoria y a la transmisión de información, que hacia el aprendizaje desde un enfoque integral y constructivo. Así lo expuso Martha Moreno … Leer más
Ha iniciado un nuevo ciclo escolar y las palabras estudiar y aprender remontan al ámbito educativo, sin embargo, la práctica de la escuela se ha enfocada más al adiestramiento de la atención, la memoria y a la transmisión de información, que hacia el aprendizaje desde un enfoque integral y constructivo. Así lo expuso Martha Moreno Ortega, docente de la Licenciatura en Pedagogía e Innovación Educativa de la Universidad Intercontinental (UIC) al analizar cómo la actividad escolar se ha sustentado en la reproducción y en la calificación de estándares, y poco ha promovido el pensamiento creativo en las nuevas generaciones.
A lo largo del tiempo, la actividad familiar, escolar y social ha fomentado tipos de pensamiento como el lógico, argumentativo, lineal, procedimental, entre otros, que si bien alimentan un itinerario cognitivo, también se relacionan con la realidad de una forma estandarizada y basada en «lo que es» y no en «lo que puede ser», explicó la especialista en Didáctica Contemporánea de la UIC.
Al respecto, ahonda en que “esto genera una actividad científica enfocada en definiciones, categorías y principios y una actividad escolar sustentada en la reproducción y calificación de estándares. Estas prácticas no son inclusivas con todos los itinerarios cognitivos, ni estimulan una actividad sináptica fuerte, por lo tanto, lo que aprendemos se vuelve frágil”.
La cuestión es que existe otro grupo de pensamientos que son palanca para una actividad mental fuerte y significativa. Estos se dan de forma paralela a los pensamientos típicos, se ubican bajo el «paraguas» de la creatividad y por lo general se ligan a actividades humanas artísticas o de ingenio; enriquecen la visión de la realidad, complementan el pensamiento e invitan a una construcción personal y social que diseñe un camino hacia adelante.
Para explicar lo anterior, Moreno, explica cómo el paraguas del pensamiento creativo está compuesto por cinco tipos de pensamiento y comparte algunos ejemplos para ilustrarlos:
Esta perspectiva del aprendizaje que fomenta el pensamiento creativo con sus distintos tipos, invita a desarrollar lo que la docente universitaria llama centros educativos inteligentes y sabios, es decir, que promuevan una actividad mental rica y que busquen dar valor a la sociedad y al mundo.
“Pensar de forma creativa implica ampliar la percepción, adoptar un enfoque equilibrado y no dogmático. Supone atreverse a ver de un modo distinto y desde muchos ángulos al tiempo de promover pensar despacio para no dejarse llevar por los mismos patrones y ver más allá de las apariencias, como decimos en la cotidianidad: «pensar fuera de la caja», agregó Ortega.
Para finalizar señaló cómo se ha avanzado en una mayor comprensión del aprendizaje con los descubrimientos de psicólogos, sociólogos y pedagogos, desde la antropología de García Hoz u Ortega y Gasset, que nos explica lo integral y personal del proceso, hasta la neurociencia de Kahneman o Eagleman, que hablan de la complejidad de la mente compuesta por la relación entre cerebro, cuerpo, emociones y motivaciones.
Las neuronas cerebrales tejen una red a partir de hacer sinapsis, pero estas conexiones no siempre tienen la misma intensidad, entre más capas y áreas están involucradas en la actividad sináptica, son más fuertes y perdurables en la configuración mental. La activación de las neuronas depende, en gran medida, del uso del cuerpo y por lo tanto de los sentidos, aunque también de las conexiones con experiencias previas que han marcado itinerarios cognitivos, los cuales se traducen en tipos de pensamiento.