Anúnciate aquí

Azul, bailarina que forja su sueño en Ginebra, Suiza

Azul forma parte del Área Jeune Ballet en Ginebra Suiza, un programa pre-profesional de la escuela Dance Área. / Foto: Edgar Olguín
Azul forma parte del Área Jeune Ballet en Ginebra Suiza, un programa pre-profesional de la escuela Dance Área. / Foto: Edgar Olguín

Platicamos con Azul, egresada Proart y actual bailarina en Area Jeune Ballet

Grace Munguia/ Fotos: Edgar Olguín

Construir tus sueños viene complementado con una carga importante de ingredientes vitales, por lo menos en la danza, la disciplina, la pasión y el entusiasmo por destruir muros que en ocasiones nosotros mismos nos creamos, esto es parte de la receta que hoy en día Azul pone en marcha en su camino por construirse una carrera en el mundo de la danza.

Sus bases sólidas forjadas en Centro Proart durante 5 años y abrazada por el amor a este arte, son parte de lo que la ha llevado a formar parte del Área Jeune Ballet en Ginebra, Suiza, un programa pre-profesional de la escuela Dance Área. Platicamos con Azul y nos cuenta cómo ha sido su camino.

  • ¿Cómo inició tu camino y pasión por la danza?

Mira, mi papá es arquitecto, fan del arte y todo este tema de conocer edificios le atrae y nos ha llevado con él en ese camino toda mi vida. Entonces, cuando yo llego a Querétaro y estoy buscando un lugar para estudiar danza, sucede que mi papá casualmente ve un edifico espectacular que le encanta y por pura curiosidad pregunta ¿qué es? y resulta que está dedicado al arte, a la danza y que es Proart. Entonces, al día siguiente lo visitamos, y él estaba emocionadísimo por el nivel de instalaciones. Justo el día que yo llegó a Proart conozco a Sandra Ostrowski, maestra y parte de la Compañía de Proart, que también acababa de llegar desde España a la academia y a mí, claro que me encantaba el lugar, pero también me encantaba ver que había gente nueva, iniciando una etapa y que me sentía muy cómoda. Así inicié y pasaron 5 grandes años estudiando danza ahí.

Azul,-bailarina-que-forja-su-sueño-en-Ginebra,-Suiza_2
Desde que era una niña, Azul manifestó su deseo de ser bailarina. / Foto: Edgar Olguín
  • ¿Y en estos cinco años, cuál fue ese momento en donde dijiste, la danza no es más un ‘hobbie’, es a lo que me quiero dedicar?

Siendo sincera me costó mucho. Yo desde chiquita probé muchos deportes, pero siempre cuando me preguntaba qué quería ser de grande me inventaba profesiones, y ser bailarina era una de ellas. Pero al entrar a la Prepa, elegí mi bachillerato en el camino de las Artes, pero nunca lo imaginé como una realidad. Un día la maestra de danza que tenía en Proart, Laura, me dijo: “¿y por qué no Azul? ¿Por qué no lo intentas? Estás por terminar la Prepa, ¿por qué no das este brinco?, ya estás lista”. Entonces reflexioné en verdad “¿por qué no?”. De repente creo que existen voces internas que generan miedo al elegir lo que realmente nos apasiona, pensando en otras cosas que quizá te hagan la vida más fácil. Entonces dije “pues sí, claro, por qué no, si vengo 4 horas al día a Proart y lo disfruto tanto”. Entonces entre Laura y Sandra, mis maestras, me empezaron a empujar, a ayudarme a dejar de tener miedo. Mis padres también me ayudaron mucho. Siempre me dejaron claro que era mi vida y si pasaba tanto tiempo en esto, dedicándome, disfrutando, lo podía hacer. Me marcó esta frase que me dijo mi papá “Te vas a arrepentir más de no haberlo intentado, que de intentarlo”.

Te podría interesar: Sandra Ostrowski Fernández y el amor a la danza

  • Y me imagino que en este análisis para darle el sí a tus sueños, también hay muchas cosas que descubriste que te regala la danza ¿qué son esas cosas que te hacen tan feliz?

Creo que a veces como bailarines, pensamos que lo somos todo por la danza, y en parte sí, pero también la realidad es que la danza nos permite aprender mucho de nosotros mismos. Creo que también te regala esta seguridad de que, si un día desaparece, voy a seguir siendo yo, porque la danza te regala tanto que se queda para toda la vida. Jamás voy a olvidar estos momentos dentro de los salones de clase de Proart, con la maestra, mis compañeras que se vuelven grandes amigas y reírnos tanto en el salón, por intentarlo, por disfrutar la clase, pero disfrutarla de verdad.

  •  ¿Qué sientes cuando estás bailando, cuando estás minutos antes de salir al escenario a dar una función?

Pasan muchas cosas. Yo creo que por lo menos para mí comienza con el nervio, después va la euforia y justo cuando estoy saliendo me siento plena. Estoy consciente de que pueden pasar cosas, pero estoy siempre segura de que lo voy a disfrutar, de que estaré contenta con lo que suceda, porque hay gente que me está viendo, muchas veces gente que quiero y me importa frente a mí y para mí esa es la sensación de paz, de plenitud.

  • Este año iniciaste una nueva etapa fuera de Proart pero ¿qué cosas reconoces hoy que te dejó tu camino en Proart y tu camino vivido en la danza?

El trabajo en uno mismo. Es muy difícil que tú le gustes a todo el mundo, pero la seguridad que desarrollas con el trabajo personal te permite afrontar esos momentos. A lo mejor estás en una clase que no te encanta, pero sabes que el estar ahí, presente, atendiendo es un trabajo para ti, para tu desarrollo. Proart me enseñó también eso, a entender que todo lo que hago debe ser para mi bienestar. Y también saber que vale más la calidad que la cantidad. Me di cuenta de que a veces entender el cómo y el porqué vale más.

Azul considera que la danza le permite conocerse a sí misma. / Foto: Edgar Olguín
  • Cuéntanos de tu proyecto actual ….

Yo ahora estoy estudiando Danza Clásica y Contemporánea en Area Jeune Ballet que es una compañía junior de la escuela Dance Area en Ginebra, Suiza. Acá es muy diferente porque las clases son muy variadas, hay de todo un poco porque la idea es que te formes como un bailarín completo. Pequeñas cosas como el cambio en el tipo de piso, son detalles que le afectan a tu cuerpo y he tenido que aprender a trabajar de otra forma para que funciones de mejor forma. Los profesores vienen de todas partes del mundo: Cuba, Francia, Italia, y son bailarines que nacieron en un lugar, pero se formaron en otro, entonces tienen una identidad única que hoy se nos enseña a nosotros, con alumnos que también son de todas partes del mundo.

  • ¿Cómo te preparaste para irte?

Yo creo que nunca me lo creí hasta que pise Ginebra, pero tengo que agradecerle mucho a Sandra, mi maestra en Proart, porque ella fue la que todo el tiempo me impulso a trabajar, a creerme que me iba a ir. Empecé a tomar clases diferentes, con diferentes profesores, en línea, presencial, en otros idiomas, fue una forma de empezar a probar nuevas técnicas, nuevas formas.

  • ¿Cómo es un día ahora en Suiza?

Vivo en una residencia para estudiantes de la escuela. Entre semana me levanto como 6:30 am, me visto para clase, desayuno porque no hay forma de ir a clase sin desayunar, preparo mi lunch, mi mochila. Llego a la escuela 8:15 máximo, las clases inician a las 8:45 entonces tengo tiempo antes para prepararme, calentar y estar lista para la clase. La primera clase va de 8:45 a 10:30 que es de ballet siempre, después tengo una diferente todos los días de 10:30 a 12:00, después un ‘break’ de hora y media para comer y dos clases más de 1:30 a 3:00 y de 3:15 a 4:45, después estiro, me relajo y me voy a casa. Suelo bañarme, cenar temprano y dormir temprano. Los sábados también tomo clases, entonces mi horario cambia un poco, me levanto entre 9:00 y 9:30, desayuno con calma, me preparo para ir a la academia porque tengo clase a las 1:00 pm y una segunda clase de 3:00 a 4:00, lo del sábado es opcional, según te sientas.

  • ¿Cómo te cuidas, después de esa exigencia física?

Voy aprendiendo aún, pero lo que estoy segura es que hay que ser amable con uno mismo. Mi profesor de anatomía me dijo algo que se me quedó para el resto de mi vida: “hay que respetar el dolor” porque muchas veces nos exigimos de más, pero a veces no, necesitas una pausa y respetar tu cuerpo. Darle masajes de vez en cuando, ponerme cremas, parar cuando lo necesito. No se trata de no exigirte, pero sí entender que tienes que ser amable contigo mismo para poder mejorar.

  • ¿Qué oportunidades crees que te ha regalado la danza?

Me ha regalado amistades muy sinceras, porque descubres a las personas, pasas mucho tiempo con ellas, te conoces muy bien a ti mismo y puedes compartir esas versiones a otros. El entender, en cómo puedo encajar con los otros, saber cómo usar mi cuerpo. Me ha dado mucha estructura, no es que quieras tener control de todo, pero sí entender qué de mi día a día me ayuda y me hace bien. Nos permite tenernos respeto a nosotros mismo, sin duda.

  • En esta nueva etapa, imagino se abrieron nuevos horizontes. ¿En estos horizontes nuevos qué te imaginas haciendo?

Sin duda estamos en constante descubrimiento siempre, todos los días nos levantamos siendo otra persona que ayer, mi cuerpo no es el mismo que ayer, ni mi meta. Por el momento me gustaría bailar con todo el mundo que sea posible, porque muchas veces creemos que lo que conocemos nos hace bien, pero al abrir el horizonte nos damos cuenta que existen cosas que nos hacen todavía mejor. Entonces, por el momento, me gustaría bailar hasta que mi cuerpo no pueda más, hasta que mi cabeza diga basta ya, has disfrutado, has bailado con quien has querido, en donde has querido. Esa es mi meta por ahora.

Anúnciate aquí

Anúnciate aquí

Anúnciate aquí

Más noticias


Contenido Patrocinado