La apnea del sueño es un trastorno respiratorio que provoca pausas repetidas en la respiración al dormir. Estas interrupciones ocurren cuando la vía aérea superior se estrecha o se bloquea, lo que impide el paso del aire hacia los pulmones, reduce los niveles de oxígeno en sangre e interfiere con un descanso reparador.
Según su origen, se clasifica en tres tipos: apnea obstructiva del sueño (la más frecuente), apnea central y apnea mixta, que combina características de las dos anteriores.
Este problema no solo afecta la calidad del sueño, sino que impacta a la salud en general. Para confirmar el diagnóstico, se requiere un estudio del sueño que evalúe la frecuencia e intensidad de los episodios. A partir de los resultados, el tratamiento se adapta a cada caso.
Entre las principales causas de la apnea del sueño se encuentran las siguientes:
1. Obesidad y depósito de grasa en vías aéreas
La obesidad es la causa más frecuente de la apnea obstructiva del sueño (AOS). La acumulación excesiva de grasa en el cuello y en las estructuras que rodean la vía aérea superior reduce su diámetro funcional, lo que puede provocar episodios repetitivos de colapso durante el sueño.
Además, el aumento de la presión intraabdominal por grasa visceral contribuye a disminuir la estabilidad de la vía aérea, afectando la mecánica respiratoria nocturna.
De acuerdo con la American Academy of Sleep Medicine (AASM), las personas con obesidad tienen un riesgo mayor de desarrollar AOS.
La relación también funciona en sentido inverso. Quienes ya padecen AOS tienden a aumentar de peso con mayor facilidad debido a alteraciones en el sueño y el metabolismo. Esta interacción bidireccional agrava el trastorno y complica su tratamiento si no se aborda el exceso de peso.
2. Anomalías anatómicas faríngeas
Las anomalías estructurales en la región faríngea influyen directamente en el desarrollo de la apnea obstructiva del sueño.
Alteraciones como la hipertrofia de las amígdalas palatinas, una lengua de gran volumen (macroglosia), una mandíbula en posición retraída (retrognatia) o un paladar blando excesivamente largo modifican la geometría natural de la vía aérea superior.
Estas variaciones reducen el espacio disponible para el paso del aire e incrementan la resistencia durante la respiración nocturna. Cuando el individuo entra en las fases más profundas del sueño, el tono muscular de los tejidos faríngeos disminuye, y estas estructuras anatómicas pueden invadir el lumen de la vía aérea, dificultando el flujo respiratorio normal.
De acuerdo con la Mayo Foundation for Medical Education and Research (Mayo Clinic), la AOS se caracteriza por episodios repetidos de colapso parcial o completo de las vías respiratorias superiores durante el sueño, reduciendo los niveles de oxígeno en sangre.
3. Envejecimiento y pérdida de tono muscular
Con el paso de los años, los músculos que ayudan a mantener abierta la vía aérea superior durante el sueño, como el geniogloso y los músculos constrictores de la faringe, pierden fuerza y firmeza.
En personas jóvenes, estos músculos actúan activamente para evitar que las paredes de la faringe se cierren mientras duermen.
Sin embargo, en los adultos mayores, estos tejidos se vuelven más débiles y menos reactivos, lo que facilita que la vía aérea se colapse, especialmente en las etapas más profundas del sueño, cuando el cuerpo se encuentra más relajado.
Según el artículo The Influence of Aging on Pharyngeal Collapsibility During Sleep, publicado en Chest Journal, el envejecimiento también provoca otros cambios que empeoran esta situación, como una mayor acumulación de grasa alrededor de la faringe, alargamiento del paladar blando y disminución de la sensibilidad muscular en esa zona.
Estos factores hacen que la vía respiratoria tenga más probabilidades de cerrarse durante el sueño, y que sea más difícil reabrirla de forma automática tras una obstrucción.
Esta combinación de debilidad muscular y menor respuesta neurológica contribuye directamente al desarrollo de la apnea obstructiva del sueño en personas mayores.
4. Tabaquismo y consumo de alcohol
Fumar irrita de forma constante la mucosa que recubre la vía aérea superior, lo que provoca inflamación y acumulación de líquido (edema) en los tejidos de la faringe.
Esta inflamación reduce el espacio por donde pasa el aire y hace que la vía aérea sea más propensa a cerrarse durante el sueño.
Según el artículo “Effects of common lifestyle factors on obstructive sleep apnea: precautions in daily life based on causal inferences”, publicado en la revista científica Frontiers in Public Health, fumar de manera habitual tiene un efecto causal claro en el desarrollo de apnea obstructiva del sueño (AOS), aumentando el riesgo de padecer este trastorno.
El consumo de alcohol también influye negativamente, ya que relaja los músculos que rodean la faringe y reduce la capacidad del cuerpo para mantener la vía aérea abierta mientras se duerme.
Esto hace que los colapsos de la vía respiratoria duren más tiempo y que los niveles de oxígeno en sangre bajen con mayor intensidad. El mismo estudio confirmó que tanto el tabaquismo como el alcohol son factores de estilo de vida que no solo empeoran los síntomas de la AOS, pues también contribuyen directamente a su aparición.
En conjunto, estos hábitos aumentan la frecuencia y gravedad de las apneas, disminuyen la calidad del sueño y elevan el riesgo de complicaciones cardiovasculares relacionadas con la falta repetida de oxígeno durante la noche.
5. Factores neuromusculares
Algunas enfermedades que afectan los nervios y los músculos, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), las distrofias musculares y ciertas miopatías, debilitan los músculos que permiten respirar correctamente.
Esto incluye tanto al diafragma, el principal músculo respiratorio, como a los músculos de la garganta y de la región bulbar. Esta debilidad impide que los pulmones se llenen y vacíen de forma adecuada durante el sueño, lo que genera una respiración superficial conocida como hipoventilación nocturna.
De acuerdo con la guía clínica Respiratory Management of Patients With Neuromuscular Weakness, publicada en 2023 por Chest Journal, estas enfermedades pueden provocar episodios de hipoventilación especialmente durante la fase REM del sueño y en etapas más avanzadas del deterioro neuromuscular.
Esto ocasiona una disminución de oxígeno en sangre (hipoxia) y acumulación de dióxido de carbono (hipercapnia) durante la noche.
Además, esta debilidad muscular afecta los reflejos automáticos que deberían reabrir la vía aérea después de un colapso. Con ello, la obstrucción se prolonga y aumentan los episodios de apnea del sueño.
Recomendaciones clínicas y tratamiento de la apnea del sueño
El tratamiento más indicado para la apnea obstructiva del sueño (AOS) moderada o grave es el uso de un dispositivo CPAP (presión positiva continua en la vía aérea). Este equipo aplica aire con presión controlada durante el descanso, lo que impide el cierre de las vías respiratorias superiores.
Al mantener el paso del aire despejado, el CPAP normaliza el ritmo respiratorio nocturno y evita los episodios de interrupción que caracterizan a este trastorno.
Su eficacia ha sido respaldada por múltiples estudios clínicos. Por ejemplo, una revisión sistemática y metaanálisis publicada en 2021 por la revista Sleep Research Society encontró que el CPAP reduce de manera importante el índice de apnea-hipopnea (IAH), incluso en pacientes con presión arterial difícil de controlar.
Además, el tratamiento ha mostrado resultados positivos en la disminución de riesgos asociados, lo que lo posiciona como una herramienta central en el manejo clínico de la AOS.
Otros tratamientos disponibles según el perfil del paciente:
Dispositivos orales mandibulares: indicados en personas con AOS leve a moderada, especialmente si no toleran el CPAP.
Estos aparatos reposicionan la mandíbula o la lengua para mantener la vía aérea abierta. Aunque son menos eficaces que el CPAP en la reducción del IAH, pueden ser útiles en pacientes con características anatómicas favorables y buen control del peso.
Medidas del estilo de vida: son recomendadas en todos los grados de AOS como parte del enfoque integral. Perder peso, evitar el consumo de alcohol y tabaco, y mantener una correcta higiene del sueño pueden reducir la severidad de los síntomas, pero no sustituyen el uso del CPAP en pacientes con AOS moderada o grave.
Opciones quirúrgicas y terapias avanzadas: se consideran en casos seleccionados, como cuando existe una obstrucción anatómica clara (por ejemplo, amígdalas hipertróficas) o cuando el paciente no tolera el CPAP a pesar de los intentos de adaptación.
Algunas terapias más recientes incluyen la estimulación del nervio hipogloso o técnicas quirúrgicas específicas, aunque su uso depende de criterios clínicos estrictos y su eficacia varía según el caso.
Comprender qué es el CPAP permite dimensionar su importancia en el tratamiento de la apnea del sueño. Este dispositivo aplica presión continua en las vías respiratorias durante el sueño, evitando su colapso y favoreciendo una respiración estable.
Su eficacia está ampliamente respaldada en casos de apnea moderada a grave, al reducir los episodios de obstrucción y mejorar la oxigenación nocturna.
Identificar las causas que contribuyen al desarrollo de este trastorno, como la obesidad, las alteraciones anatómicas, el envejecimiento, ciertos hábitos de vida y enfermedades neuromusculares, es clave para establecer un tratamiento adecuado.
Un abordaje médico individualizado, junto con el uso correcto del CPAP y cambios en el estilo de vida, puede mejorar la calidad del sueño y prevenir complicaciones a largo plazo.