Te compartimos cinco consejos clave que pueden ayudarte a prepararte en familia
Las vacaciones terminan y comienza una nueva etapa llena de aprendizajes, rutinas y también… desafíos. El regreso a clases puede generar emociones encontradas en los niños (¡y en los padres también!).
Para que esta transición sea lo más suave posible, aquí te compartimos cinco consejos clave que pueden ayudarte a prepararte en familia.
Ajusta los horarios… poco a poco
Uno de los grandes retos al volver al colegio es retomar los horarios. En lugar de hacerlo de golpe, comienza de forma progresiva: adelanta la hora de dormir y despertar en tramos pequeños, adapta los horarios de comida, y reincorpora rutinas básicas del día a día.
Así, el cuerpo y la mente se acostumbran sin generar resistencia.
Prepara el material… con ellos
Involucra a tus hijos en la compra o preparación de útiles escolares. Deja que elijan su mochila o forren los libros contigo.
Esto disminuye el miedo a lo desconocido y genera ilusión por volver a ver a sus compañeros y profesores.
Crea una tabla de rutinas visual para el regreso a clases
Las rutinas dan seguridad. Diseña junto a tus hijos una tabla con las actividades diarias: levantarse, desayuno, clases, tareas, juegos, cena…Puedes usar colores, dibujos o pegatinas.
Evita usar premios, castigos o amenazas si no la cumplen; lo importante es que comprendan la lógica de cada actividad y aprendan a anticiparse.
Acompaña con actitud positiva y empatía
Es normal que surjan miedos, dudas o incluso rechazo. Valida sus emociones: escucha, no minimices y ofrece apoyo real.
A veces, una frase como “yo también me ponía nervioso el primer día” puede marcar la diferencia.
Háblale de respeto y convivencia
Más allá de las materias, la escuela es un espacio para aprender a convivir. Aprovecha este momento para conversar sobre el respeto a los demás: No permitir burlas, golpes o exclusiones es fundamental para construir ambientes sanos. Educa con el ejemplo y con cariño.
Volver al colegio puede ser mucho más llevadero si lo hacemos con planificación, empatía y participación. Recuerda: acompañar no es controlar, es estar presentes. Y eso, sin duda, hace toda la diferencia.