El Día de Muertos en México es una celebración llena de colores, aromas y sabores que conectan a los vivos con quienes ya no están.
Entre los elementos más representativos están las bebidas tradicionales, preparadas con ingredientes que evocan la calidez y la memoria de los seres queridos que regresan cada 1 y 2 de noviembre.
1. Atole, la bebida más tradicional del Día de Muertos
El atole es una de las bebidas más antiguas de México, elaborada a base de maíz, agua y piloncillo. Se sirve caliente y suele acompañar el pan de muerto en las ofrendas. En muchas regiones se prepara con sabores como vainilla, chocolate o fresa, y representa la unión entre lo terrenal y lo espiritual.
2. Champurrado, un clásico en las ofrendas mexicanas
El champurrado es una variante del atole que incluye chocolate y canela, creando una bebida espesa, dulce y reconfortante. Es tradicional servirlo durante las madrugadas del Día de Muertos, cuando las familias velan las tumbas en los panteones.
Altar del Día de Muertos
3. Pulque, bebida sagrada para los antiguos mexicanos
Considerado “la bebida de los dioses”, el pulque era consumido en ceremonias religiosas prehispánicas. Hoy, forma parte de muchas ofrendas del Día de Muertos en el centro del país. Su origen natural del maguey y su textura espesa lo convierten en una bebida llena de historia y simbolismo.
4. Café de olla, símbolo de hogar y tradición
El café de olla, preparado con canela y piloncillo, es un imprescindible en las ofrendas. Su aroma reconfortante y sabor casero evocan la hospitalidad mexicana. Además, es una de las bebidas más compartidas entre familiares durante las noches de velación.
5. Cerveza, ofrenda para los gustos de los difuntos
Aunque no es una bebida ancestral, la cerveza se ha vuelto común en los altares del Día de Muertos. Se coloca especialmente si el difunto solía disfrutarla en vida, como una forma de recordarlo y celebrar su paso por la tierra.
Estas cinco bebidas tradicionales del Día de Muertos en México son más que simples acompañamientos: representan la memoria, la gratitud y la conexión entre generaciones. Ya sea un atole caliente o una cerveza fría, cada trago honra el reencuentro con nuestros seres queridos.