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Arte y Cultura

Rodolfo Santa María construye un documental que transforma la muerte en una celebración luminosa de la vida

Rodolfo Santa María construye un documental que transforma la muerte en una celebración luminosa de la vida

Asiste a la proyección gratuita de “El último viaje”, documental dirigido por Rodolfo Santa María Troncoso / Foto: Especial

En entrevista con VSD!, el cineasta Rodolfo Santa María habla de “El último viaje”, un documental filmado en parte en Querétaro, donde acompaña al tanatólogo Federico en su camino hacia la muerte y reflexiona, con empatía y humanidad, sobre lo que significa vivir plenamente

Estefany González
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21 de octubre 2025

El próximo 1 de noviembre, la Cineteca Rosalío Solano de Querétaro será escenario de una experiencia cinematográfica profunda: la proyección gratuita de “El último viaje”, documental dirigido por Rodolfo Santa María Troncoso, quien estará presente para dialogar con el público.

En esta entrevista, el cineasta comparte cómo nació el proyecto, cómo se transformó a sí mismo durante el rodaje y por qué hablar de la muerte es, en realidad, una afirmación de la vida.

¿Es tu primera vez en Querétaro, o ya tenías una relación con la ciudad?

Digamos que la mitad de la película está filmada en Querétaro, porque Federico —el protagonista— tenía una casa allá. Muchos de los hechos que retrata el documental ocurrieron ahí, en un entorno muy íntimo. También he trabajado antes en proyectos en pueblos mágicos cercanos como Bernal. Así que sí, tengo una relación afectiva y profesional con el estado desde hace años.

¿Cómo llegaste a la historia de Federico y cuándo decidiste que merecía un documental?

Conocí a Federico hace más de 20 años. Desde siempre fue una persona que hablaba de la muerte con mucha naturalidad y provocación. Durante cuatro décadas acompañó a pacientes terminales, controlando su dolor, ayudándolos a vivir con dignidad sus últimos días. Lo interesante es que él tenía una filosofía muy clara: decía que a los 75 años era buen momento para morir, porque veía que era la etapa en la que las enfermedades degenerativas solían aparecer. El documental comenzó a tomar forma cuando él, a sus 70 años, comenzó a atender a familiares cercanos con enfermedades terminales. Ahí pensé: ‘esta es la historia, no sólo por su ideología, sino por la posibilidad de ver si era capaz de aplicarla con quienes más amaba’.

¿Cómo retrataste ese paso de Federico de ser guía a ser quien es acompañado?

Él era muy racional, pero con su esposa e hija perdía un poco esa racionalidad. Eso me pareció profundamente humano. Cuando ella enfermó, él casi la daba por muerta, y ahí se quebraba esa fachada lógica. Yo quería que el espectador pasara por ese mismo proceso: que entrara desde la razón, pero terminara involucrado emocionalmente hasta sentirse al lado de los personajes, en el lecho de muerte.

A pesar del tema, el documental está lleno de vida. ¿Cómo lograste ese equilibrio?

La película habla de la muerte, sí, pero sobre todo es una celebración de la vida. Federico amaba los cumpleaños, odiaba que alguien no quisiera celebrarlos. Decía que al estar tan cerca del dolor, lo que más valoras es la vida cotidiana: compartir una comida, caminar, conversar. El documental propone eso: reflexionar sobre la muerte para entender el valor de estar vivos. Es un pretexto para pensar en cómo nos despedimos y cómo acompañamos. Porque al final, una buena despedida también es un regalo para los que se quedan.

¿Qué te dejó a ti este proceso personal y profesional?

Valoro más la vida, sin duda. Me hice más sensible, más empático. Pero también me enfrenté al reto ético de cómo retratar la vida real de alguien, en un momento tan vulnerable, con dignidad. El documental te obliga a trabajar desde la honestidad, desde el respeto profundo por la historia ajena. Me recordó que, como creadores, tenemos la responsabilidad de presentar a las personas con dulzura, incluso en sus momentos más difíciles.

¿Qué esperas que el público se lleve tras ver “El último viaje”?

Ojalá el público reflexione, que piense en cómo quiere vivir y cómo quiere despedirse. Todos enfrentaremos la enfermedad o la muerte de un ser querido. La película puede ser una manera de prepararse emocionalmente, de entender que el dolor es inevitable, pero también puede ser un momento de conexión, de cerrar ciclos, de acompañar con amor. Si además salen valorando más su día a día, sus vínculos, sus decisiones, entonces el cine habrá cumplido su función. Más que entretenimiento, buscamos provocar una conversación interna y colectiva.

¿Quieres dejar un mensaje para el público queretano?

Agradezco mucho este espacio. Invito a todas y todos a ver “El último viaje” el 1 de noviembre. No se van a arrepentir. Es una película hecha con mucho cuidado y mucho corazón. Y si al salir valoran un poco más la vida, habrá valido la pena.

  • Proyección de “El último viaje”
  • Sede: Cineteca Rosalío Solano, Querétaro
  • Fecha: 1 de noviembre
  • Entrada libre

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Con información de Arcelia Guadarrama

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