El modelo de Educación Basada en Competencias surge en los años 60 como una necesidad que los padres veían de que sus hijos tuvieran habilidades necesarias para desarrollar sus conocimientos al egresar de la escuela.
En este sistema de aprendizaje, la educación se basa en un enfoque por competencias orientado a explotar los talentos y capacidades del alumno.
Este es un modelo de enseñanza que prioriza las competencias que los alumnos van desarrollando a lo largo de su instrucción por sobre el tiempo que pasan en clase, y en él las evaluaciones que se aplican a los estudiantes están basadas en el dominio que tienen de las habilidades o los resultados de aprendizaje que obtienen.
De esta manera, la enseñanza es más flexible y económica, además de ofrecer la ventaja de que el alumno avanza a su propio ritmo.
Se apoya en pilares fundamentales:
El proceso
Lo significativo de los contenidos
La práctica situada. No son los contenidos en sí, lo que importa, sino las habilidades de ponerlos en acción.
Gradualidad de los conocimientos. Los aprendizajes se construyen sobre ejes circulares que los intensifican y aumentan por capas.
Modularidad de los aprendizajes. Permite que cada conocimiento pueda ser dividido en unidades más pequeñas que luego se unen (modulan) con otras para lograr mayor complejidad.
Centralidad del estudiante. Cuáles son sus necesidades, cuáles sus inquietudes, cuál es el entorno de aprendizaje y de qué modo este resulta más o menos favorable.
Nada se enseña porque sí, sino que se lo hace en un contexto dado y en relación con ciertas habilidades que se desean desarrollar.