La tradición de poner a San Antonio de cabeza: Un acto de fe y esperanza

La figura de San Antonio de Padua, reconocido por muchos como el Santo de los Milagros, se ve envuelta en una peculiar tradición que ha perdurado a lo largo de los siglos.

¿Por qué se pone a San Antonio de cabeza?

Según una antigua leyenda popular, esta práctica tiene su origen en el deseo ferviente de una mujer por encontrar un buen esposo.

La historia cuenta que, en su búsqueda desesperada, la mujer acudió a la tumba de San Antonio para solicitar ayuda divina.

Mientras rezaba con fervor, tuvo una visión extraordinaria: el santo apareció volteado, con su cuerpo hacia abajo en el techo del templo.

San Antonio, en su visión, le indicó a la mujer que fuera en su nombre a buscar a una persona específica, quien le proporcionaría el dinero necesario para su dote matrimonial.

Siguiendo las instrucciones del santo, la mujer encontró a la persona indicada y recibió el dinero necesario, permitiéndole casarse con el hombre que amaba.

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Santo para asuntos amorosos.

Este milagroso suceso dio origen a la costumbre de poner la figura de San Antonio de cabeza como un acto de fe para solicitar su intercesión en asuntos amorosos.

La práctica implica voltear la imagen del santo mientras se hace una petición específica, generalmente relacionada con encontrar un buen novio o esposo.

Una vez que el santo cumple con la petición y se realiza el milagro esperado, la figura debe ser devuelta a su posición normal como muestra de agradecimiento por la gracia recibida.

Además, existe una variante de esta tradición que involucra la figura del niño Jesús que San Antonio lleva en sus brazos: se esconde esta imagen hasta que se encuentra la pareja deseada, momento en el cual se devuelve como símbolo de la bendición recibida.

Esta práctica, arraigada en la fe popular, es especialmente popular entre las mujeres que buscan encontrar el amor verdadero.

Con la esperanza de recibir la ayuda , miles de personas continúan hoy en día participando en este acto de devoción, confiando en el poder del santo para hacer realidad sus deseos más íntimos y profundos.