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Giovanni Astengo y la tradición lárica

Giovanni Astengo y la tradición lárica

Giovanni Astengo y la tradicion larica

El autor acaba de publicar ‘Cartas para un tiempo glacial’, en donde explora la poesía en prosa en misivas a lo que él llama su tribu

Magdiel Torres Magaña
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10 de noviembre 2024

Recientemente, Giovanni Astengo acaba de publicar su poemario ‘Cuadernos láricos’, en donde aborda el poema breve y condensa, en sus versos, una larga tradición de la poesía chilena. Por otro lado, también acaba de publicar ‘Cartas para un tiempo glacial’, en donde explora la poesía en prosa en misivas a lo que él llama su tribu: familiares, amigo, poetas entrañables con los que se identifica en una comunidad poética. Sobre estas obras y sus procesos, habló el chileno para Huellas de autoría.

“Yo crecí en la oralidad porque mi madre me leía poemas, incluso, cuando yo estaba en la cuna. Poesía de (Pablo) Neruda, de (Gabriela) Mistral, de (Vicente) Hiuidobro. Fui creciendo con la tradición chilena de forma oral. Esa oralidad me permitió ir configurando un mundo poético, que luego quise traspasarlo a poemas más orales. Esos fueron los comienzos, después, cambié el giro”.

Sin embargo, eres heredero de una concepción lárica de la poesía

“A mí, me marcó mucho la lectura de Jorge Teillier, de Rolando Cárdenas, de Efraín Barquero, que son los poetas láricos, que es una tradición que yo mantengo y trato de, en la medida de lo posible, renovar, porque esa es mi idea: no copiar una fórmula, sino que, desde lo lárico, transformarlo en tradición, pero renovada, con un nuevo aire. A partir de esos autores llegué a Georg Trakl, llegué a Serguéi Esenin, a los poetas chinos, al haikú japonés y todo eso se fue convirtiendo en mi acervo poético, mi mundo, mi cosmovisión, mi ética y mi estética literaria”.

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En torno a tu libro ‘Cuaderno lárico’, hay, en el mismo título, la defensa de la premisa lárica del regreso a las raíces en el sentido de que ‘cuaderno’ refiere al trabajo primigenio de la escritura creativa

“El soporte del cuaderno yo aún lo uso, aunque, luego, trabajo en el computador, pero le puse cuadernos porque hay algo anclado en la realidad. Yo, desde los años 90 hasta el año 99, que publiqué mi primer libro, todos mis veranos, de casi tres meses, eran en el campo, en la casa un amigo. Entonces, yo iba juntando mis cuadernos, como digo, en un poema ‘para dejar signo en la tierra’, para volver a lo más primigenio, a lo más natual, como tú dijiste. El cuaderno me da esa esa atmósfera primordial de un poeta iniciado, de lo lárico y, por otra parte, de lo rudimentario porque, sin tanta tecnología, conseguir hacer estos cuadernos me ha dado nuevas posibilidades, nuevas fórmulas. Además de que es un libro de poemas breves y muy fracturados porque son fragmentados, cada verso es un fragmento dentro del texto completo, dentro de la unidad”.

En ‘Cartas para un tiempo glacial’, el diálogo que se presenta con otros poetas infiere la consciencia de la pertenencia a un gremio, pero también una incursión a un género específico, epistolar

“Claro, si bien son cartas, como lo dijo un poeta que me reseñó, son cartas escritas por un poeta, no es la típica y estereotipada forma de escribir una carta, sino que es una forma más desde la amígdala, digamos, la amígdala tiene que ver con las emociones. Aquí, soy mucho más emocional y menos conceptual que mis libros poéticos.

“El libro comienza con una carta que le hice a mi hijo porque salió de la universidad y un amigo poeta, Andrés Morales, me dijo: ‘Escribe más cartas y haz un libro’. Esa es la anécdota y así lo hice y comencé con mi tribu: a mi madre fallecida, a mi esposa, a mi padre, a mi hermano, a mis amigos poetas y no poetas, amigos muertos. Luego, comienza otro imaginario donde le escribo carta poetas vivos y muertos y también con el cine. Hay una carta dedicada al joven manos de tijera, Eduard, hay otra a ‘Los sueños de Akira Kurosawa’, además, hay un imaginario poético con lo lárico… hay una carta a Dios. Este libro es una inflexión en mi trabajo”.

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En ‘Las nuevas Geórgicas’, hay una especie de licencia de extender las fronteras de lo lárico hacia textos latinos, ¿por qué remontarse hasta Virgilio?

“Yo quería diferenciar el concepto de poesía bucólica, justamente, o de cuadro de costumbres, que no es lo mismo que poesía lárica, y, aunque lo de Virgilio está más cercano a un cuadro de costumbres, le pone un acento diferente que es elevarlo a otro plano, no dejarlo como un retrato, como un paisaje, sino que es trascender, por ejemplo, trascender la imagen de un campesino. Tomo el título porque es una imagen que la uso como un juego de sentir ese llamado de ir a cantar a la aldea de nuevo, de cantar a los bosques, a las campiñas, etcétera”.

En breve Giovanni, Astengo presentará la segunda entrada de ‘Cuadernos láricos’, que pretende ser una trilogía, mientras sigue trabajando en ahondar en la tradición lárica desde la sorpresa de la renovación.

 

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