Felipe Garrido y la amistad con las palabras
‘Buena compañía: versos, cuentos y prosas para celebrar a Felipe Garrido’ reúne a 65 autores de diversos géneros literarios y da cuenta del quehacer de las letras en el país
.Felipe Garrido es un prolífico autor que tiene un par de libros recientemente publicados: se trata de ‘Buena compañía: versos, cuentos y prosas para celebrar a Felipe Garrido’, que reúne a 65 autores de diversos géneros literarios y que da cuenta del quehacer de las letras en el país. Sobre este libro y su labor como promotor de la lectura, habló el autor para Huellas de autoría.
»En realidad, es una publicación en dos tomos. Hay un tomo que es una antología de textos míos. Este son unas, no sé, 200 páginas más o menos. Hay otro tomo mucho mayor, tres veces más grande, que reúne escritos de 65 escritores de casi todos los estados del país. Han escrito con el pretexto de que yo cumplí 80 años hace dos o tres. Algunos de esos textos se refieren a mí, la minoría, y los otros son cuentos, poemas, escenas teatrales, crónica, ensayos que cerca de 65 escritores y escritoras han escrito para festejar que yo haya llegado a esta franca vejez», explica el autor.
Rincones de lectura era un programa de la Secretaría de Educación Pública que trabajaba la formación de lectores. Lo creó, lo fundó la maestra Martha Acevedo. Lo dirigió durante ocho años. Después, la sucedí yo en su puesto.
Ella había logrado trabajar con la primaria. Yo conseguí extender ese trabajo hacia el preescolar y hacia la secundaria, de manera que, durante ese tiempo en que yo manejé Rincones, atendíamos, por 11 años, a los niños y a las niñas que estaban en sus primeros estudios.
La intención de Rincones de lectura era que se enviaban, a las escuelas públicas de todo el país, dos paquetes de libros al año de 40 o 50 libros y se crearon bibliotecas de aula. En cada aula de las escuelas públicas del país, en ese momento, hubo bibliotecas que tenían los volúmenes que mandaba Rincón de lectura. Esto permitía que los maestros pudieran trabajar con las niñas y los niños con esos libros que estaban ahí en el salón.
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Yo he estado obsesionado, a lo largo de mi vida, con la necesidad de formar lectores. De convertir a lectores capaces de entender lo que leen. Cuando no entendemos, no estamos leyendo en realidad. Es como si leyéramos en húngaro o en tzotzil o qué sé yo en qué lengua, en cualquier lengua que no entendiéramos. Debe quedar clarísimo que leemos cuando alcanzamos a entender y que ese alcanzar a entender comienza desde nuestro primer contacto con la con la letra escrita.
Con niños muy pequeños, cuando están empezando a leer y, a veces, hay alguna palabra rara, uno les pregunta si esa palabra es la que está uno oyendo. Ellos se ponen muy serios y le contestan a uno: «eso dice el libro, yo no sé qué es, pero ahí dice eso». Es porque están totalmente abstraídos. Es necesario que así estén en ese momento en la interpretación de las de las letras, de lo que dice una palabra, de cómo suena lo que están viendo escrito.
Sí y alguien que es capaz de decodificar está en camino de convertirse en lector, pero todavía no es un lector. Creo que los lectores que urgentemente deberíamos formar son lectores que puedan entender lo que leen y escribir con claridad y corrección.
No necesitan ser dramaturgos o poetas eminentes, esos no nos preocupan. Los poetas van a ser poetas aunque no les demos ninguna instrucción, ellos van a encontrar sus caminos y los dramaturgos también y los novelistas. Los escritores creativos van por caminos, a veces, verdaderamente curiosos. Se desarrollan porque tienen un germen desde niños, desde que nacen o desde antes de nacer que los inclina a entenderse bien con las palabras.
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Yo no veo una enemistad entre los celulares y los libros de papel. Yo creo que los libros han cambiado de forma muchas veces a lo largo de la historia. Empezaron siendo piedras labradas. En cierto momento, los libros eran rollos de pergamino, eran rollos de hojas de papiro y, a partir de la época de Gutenberg al presente, se convirtieron en estos ejemplares. Es decir, lo que era antes una un rollo de papel, pergamino, de piel, de lo que fuera, se tuvo una presentación diferente al ponerlo en hojas, en páginas y ha sido muy larga la vida del libro Pero no ha terminado.
Durante muchos años, siglos, las páginas de tipografía se compusieron a mano. Sí, cada una de las letras era un pedacito de plomo y madera que se acomodaba en la página y los cajistas, así se llamaban esos operarios, eran muy diestros en armar las páginas de texto.
Yo creo que lo que estamos viviendo es otro cambio en la forma de ser de los materiales impresos. Los materiales, ahora, los vemos en pantallas muchas veces, pero, por ejemplo, la forma de aprender a leer y a escribir no ha cambiado al cambiar la forma de los libros. Unas niñas y niños que estén aprendiendo a leer y a escribir lo van a hacer exactamente de la misma manera sobre papel o sobre una pantalla electrónica.Yo soy maestro, llevo muchos años de maestro y, en mi clase, son bienvenidos los los celulares porque nunca nos quedamos con ninguna duda.
Por ahora, Felipe Garrido continúa con su labor como maestro tanto en el aula como en la figura de ser un modelo a seguir para muchos escritores, como aquellos que conforman el libro ‘Buena compañía: versos, cuentos y prosas para celebrar a Felipe Garrido’, que ya puede adquirirse en librerías y la página oficial de la editorial Salto al reverso y por Amazon.