El modelo educativo católico ha mantenido su relevancia a lo largo de los siglos, ofreciendo una educación que integra la fe, la ética y la excelencia académica. Las escuelas católicas continúan desempeñando un papel vital en la educación, proporcionando a los estudiantes no sólo conocimientos académicos, sino también una base sólida en valores éticos y espirituales.