Antes de comprometerte con una propiedad, realiza un análisis detallado de su potencial de rentabilidad. Calcula los gastos operativos, como impuestos, seguros, mantenimiento y posibles vacantes, y compáralos con los ingresos esperados por alquiler. Asegúrate de que el flujo de efectivo sea positivo y que la propiedad tenga un buen rendimiento de inversión.