portada Carmen Avendano y la concepcion de la ediautora
Carmen Avendaño trabaja en su propio sello editorial, ‘Moneda’, en donde ha dado luz a proyectos poéticos y, más recientemente, testimoniales.
Carmen Avendaño es autora de cuatro libros y editora de muchos otros. Su labor como escritora y como editora la ha llevado a crear el concepto de ‘ediautora’, un concepto que abarca más de la, aparentemente simple, unión entre la labor de la escritura y la edición, como lo explica en conversación para ‘Huellas de autoría’.
“Mira, yo soy bien crítica sobre la autoría. Con un amigo (que primero fue alumno entre comillas, pero ahora es amigo sin comillas) que se llama Jesús de la Garza, un poeta de acá, joven, tenemos el chiste de cuando hablamos de tener un nombre de autor siempre lo ponemos entre comillas.
“Hay dos cosas que siempre ponemos entre comillas, un “nombre” y “se agotó tu libro”. Son dos cosas de las que nos reímos mucho porque tener un nombre no significa nada, la verdad para mí no significa absolutamente nada. Además, soy muy desconfiada del término de lo público.
“Para mí lo público es un invento, en el sentido de que es una despersonalización de los receptores. El concepto de lo público tiene que ver con el Estado, tiene que ver con la ciudad, la urbanidad, la ruptura de la comunidad, el anonimato, el desconocimiento del otro, en fin. Para mí todos esos conceptos están vinculados a lo público y a tener entre comillas un nombre”.
Pienso que lo más interesante de la autoría son dos cosas. Una es ocupar un espacio que tiene que ser ocupado, decir algo que se tiene que decir. En ese sentido considero importante la autoría. Y en el sentido del trabajo que hay detrás. El trabajo que hay, no en cuántos libros has publicado, sino qué tan tenaz ha sido en perseguir una poética o una postura frente al lenguaje o una visión estética. Eso es lo que yo vínculo con la autoría.
Mira, mi primer libro es un mismo movimiento de la edición y la autoría, porque es una autoedición. Yo distingo de la autopublicación y de la y la autoedición, para mí la autopublicación es justamente comprar la idea de lo público. Eso es la autopublicación, básicamente. Tú pagas algo que ya compraste que es la idea de lo público y ese deseo, ese engaño, incluso diría, de lo público, es el que te hace pagar para que tu libro exista. O peor aún, para que tu ética, tu ambición estética o lo que tú tienes que decir de importante exista, por esta idea que se tiene de lo público. Eso es autopublicarse.
“Autoeditarse, más bien, es inscribirse dentro de una tradición, dentro de un oficio, que es la edición. Una especie de fraternidad o hermandad; sororidad, dicho en términos feminista, del libro en el que el oficio se traspasa de una manera relacionada con lo autodidacta, con la capacidad del aprendizaje en solitario, autónomo. En este sentido, es bastante anarquista. Es un proceso en el que tú, mirando un libro u otros libros, surgen de ahí tus propias concepciones del libro, tu idea del libro en sí.
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“Sí, tú entras en ese terreno con prefiguraciones, con sueños, con el libro soñado o la obra soñada, pero en el sentido de soñada materialmente. Es decir, ¿qué cuerpo va a tener esto que yo estoy concibiendo en sin cuerpo? A eso me refiero con la autoedición y con ser ‘ediautora’, porque mi libro, si no lo hubiera editado yo, pues no hubiera sido ese libro. Porque la idea del libro no era solo la tapa y qué iba a decir en la solapa, ni quién lo iba a publicar, sino la estructura interna del libro lo que yo pensaba que debía ser una estructura interna de un libro de cómo se iba a distribuir el contenido para que fuera interesante, en fin, y hay un mensaje al lector, además, en ese primer libro.
Nada nada significa nada es un libro entero sobre el poema ultra breve. Es un libro que no solo se ampara, siento yo, en nada, salvo los epígrafes que son secciones. No tienen nombres, sino que están separadas por los epígrafes, porque es un libro muy dialogado. Es un libro en el que ni siquiera una forma que se ha ido consagrando, como el haiku, lo avala, ni tampoco el aforismo lo avala. Son, simplemente, lo que yo le llamo ‘aforemas’ porque son textos muy breves que en algún momento pueden ser como una definición enciclopédica sin ninguna autoridad. O, en otro momento, puede ser algo más evocativo. Son textos muy breves de los cuales, el título es el primer poema. Digamos que el más logrado sería el título, porque tiene tres palabras que era la meta: escribir lo máximo con el la mínima cantidad posible de palabras.
Fíjate que también lo considero como un proceso de auto-autorizarse. Realmente la literatura y la industria editorial son ámbitos de poder, entonces no es fácil autorizarse a hacer un libro. ¿Cómo se llega una a permitir eso? En mi caso a mí me gusta el dibujo. Yo dibujaba de niña y mi primera experiencia editorial, pero esto lo reconozco después evidentemente, son las tiras cómicas. La historieta es una práctica editorial intuitiva. Es muy interesante porque tú organizas el contenido espacial y discursivamente. Entonces, cuando tú haces historieta, ya estás haciendo una práctica editorial
Básicamente son tres los libros que han tenido, con ediciones Moneda, mejor recepción. uno es Poesía de Stéphane Mallarmé que es lo que llama una editorial, un caballito de batalla, porque es un libro de alguien reconocido. Es un libro de alguien que es un pilar de la literatura, de la poesía. Una edición bilingüe, o sea que, si sabes francés y no te gusta la traducción, siempre vas a tener la posibilidad de compararlo. Es una edición bonita y respecto, por ejemplo, a la de Visor, es más barata. La obra de Mallarmé no tiene muchas traducciones íntegras por un traductor. En Latinoamérica hay tres, hay uno en Perú, hay una en Argentina y está esta. Entonces, la de Visor, por ejemplo, que es la editorial española, es un compendio de traducciones de Mallarmé. Por estas razones, el Mallarmé es un libro que siempre tiene buena recepción.
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“Sí, es un libro que ha tenido buenas recepciones. Es una traducción que hice yo, que es otra faceta para mí importante dentro de la escritura. Se llama Fuera de la violencia hacia la poesía. Es un libro de una autora reconocida, pero ha tenido un camino de difusión un poco difícil, justamente porque es una autora norteamericana vinculada políticamente a Latinoamérica. Es un caso excepcional, porque la poesía norteamericana se desarrolló después de las revoluciones latinoamericanas.
“Se desarrolló en un sentido despolitizado, hasta cierto punto, más vinculado con la con la academia, con la abstracción, con la sofisticación del discurso, ni siquiera del lenguaje, diríamos la sofisticación del discurso poético. Margaret Randall es una autora que va en otro sentido, que tiene mucha mayor vinculación con Ernesto Cardenal, por ejemplo, o sea, con lo más directo, con una escuela de los 60s. Ella estuvo vinculada a la poesía beatnik y, sobre todo, vinculada a América Latina y eso la puso en otra dimensión. Ha publicado, además, siempre en editoriales independientes, toda su vida, sus cerca de cien libros que ha publicados, se han publicado en editoriales independientes, porque también tiene una postura. Ella, además, fundó la revista El corno emplumado que fue importantísima.
“El otro libro que le ha ido bien, es el mío (Nada nada significa nada). Es un libro que tiene, además, una llegada particularmente buena con las mujeres. Como yo voy mucho a ferias, yo tengo una experiencia directa con la gente que compra los libros y veo que lo compran las mujeres generalmente, te diría que un 80 por ciento de las personas que compran libros son mujeres.”
Carmen Avendaño trabaja en su propio sello editorial, ‘Moneda’, en donde ha dado luz a proyectos poéticos y, más recientemente, testimoniales. Sobre este último rubro destaca el título ‘Los Díaz del Carmen’, un libro que fue todo un reto. Además, tiene otros libros de autoría que en estos momentos experimentan un lento proceso de autoedición.