¿Rubor solo en las mejillas? Eso ya fue. El Blush Draping llegó con fuerza para darle actitud a tu rostro, jugando con el color como si fuera escultura.
Esta técnica, directamente desde los 70 y revivida por las pasarelas y TikTok, redefine tus facciones aplicando el rubor en lugares estratégicos como los pómulos, sienes y hasta las cuencas de los ojos. ¿El resultado? Un lifting visual instantáneo, sin bisturí ni filtros.
A diferencia del contour tradicional, el Blush Draping es más sutil, luminoso y fresco. Puedes usar tonos rosados, duraznos o incluso lilas si te gusta arriesgar.
Elige tonos cálidos si tu piel es morena, fríos si es clara. Foto: Especial
La clave está en difuminar y construir capas para lograr un acabado editorial, sin parecer payaso. Ideal para rostros alargados, redondos o sin volumen marcado.
Esta técnica no solo da dimensión, también aporta un aire juvenil y moderno.