Además, el autor propone varias medidas concretas para fomentar la innovación tecnológica en América Latina. Entre ellas, destaca la necesidad de invertir en educación y formación de profesionales especializados, así como en la creación de centros de investigación y desarrollo. También aboga por la colaboración entre empresas, universidades y el sector público, así como por la promoción de una cultura emprendedora y de riesgo.