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Ana Corvera y el registro de una voz poética

Ana Corvera y el registro de una voz poética

Ana Corvera y el registro de una voz poética

Ana Corvera señala que el momento creativo en el que se encuentra actualmente le ha permitido seguir explorando diversos tonos y temas en su poesía.

Magdiel Torres Magaña
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17 de noviembre 2024

Ana Corvera es una poeta mexicana que ha combinado, en su obra, su interés por la ciencia y su trabajo de difusión de la misma. En su libro más reciente, ‘Palabra que el micelio repite en mi cabeza’, hace una metáfora sobre la ciencia biológica y la ciencia humana.

“Yo, cuando era niña, quería ser médico, apliqué también para ser psicóloga clínica porque siempre me interesó el tema. Ahora, trabajo haciendo divulgación de ciencia, de temas médicos, genéticos, porque es algo que siempre me ha interesado”, explica la autora en entrevista para ‘Huellas de autoría’, hablando sobre sus procesos creativos.

En ‘Palabras que el micelio repite en mi cabeza’, se observa la metáfora del micelio y la construcción de lo humano, ¿cómo llegas a esta metáfora y cómo la trabajas?

“Es un libro donde se hace una analogía entre el funcionamiento neuronal y el funcionamiento del micelio terrestre. Partió de una entrevista con un médico que me comentaba que el ‘bullying’ escolar puede causar daños cerebrales de por vida. Me explicaba que nuestro sistema nervioso lanza, cuando estamos estresados o cuando estamos tristes, unas especies de ácidos a diversas áreas cerebrales como el lóbulo prefrontal, que es el encargado de nuestro comportamiento racional y que es el que hace que reaccionemos rápido y que no seamos violentos.

“A mí, eso me llamó mucho la atención y pensaba en mi propia historia personal, pero también en la historia de los demás que todos los días estamos expuestos a cantidades exorbitantes de estrés por lo que hemos vivido en nuestra familia, por el contexto laboral, social e, incluso, el tema de las redes sociales: cómo se nos obliga a vernos de cierta manera, a tener cierto estilo de vida, pero el gran reto fue cómo crear esa analogía”.

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¿Cómo haces para que esta metáfora trascienda tu libro y abarque el resto de tu obra?

“Yo creo que es una cuestión de los intereses que uno tiene desde el inicio de la carrera literaria. En mi caso, así es. Yo, cuando era niña, quería ser médico, apliqué también para ser psicóloga clínica porque siempre me interesó el tema. Ahora, trabajo haciendo divulgación de ciencia, de temas médicos, genéticos, porque es algo que siempre me ha interesado”.

En tu primer libro, también hay una especie de juego entre el lenguaje poético y las ciencias biológicas

“El primer libro lo escribí hace 11 años, se llama ‘Nocturno corazón de los insectos’ y me interesaba mucho encontrar esa relación que nosotros tenemos con el reino animal, muy particularmente las cosas que, en sociedad, tal vez no son políticamente correctas y no podemos decirlas, pero que sí podemos ver a través del comportamiento animal. Ese libro me llevó cinco años a hacerlo, lo escribí con una beca del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes y creo que la razón por la que ganó ese premio fue porque yo lo planteé como un híbrido.

“Es un libro que habla sobre un tema científico, reconstruye, de manera poética, definiciones entomológicas que existen, pero también me tomé la libertad de crear insectos que no existen. Todo está escrito de manera fragmentaria, pero me interesaba que cada fragmento se pudiera leer por sí solo. Está unido un texto poético pseudocientífico describiendo un insecto y, luego, un texto narrativo. Si se lee todo junto, es una novela.

“Es la historia de una niña que crece con su abuela, el intermediario es el silencio porque parece que nadie se atreve a decirle cómo es el mundo y, entonces, la protagonista, viendo el comportamiento de cada uno de estos animalitos, se va dando cuenta de que hay muerte, que hay traición, que hay engaño, que hay dolor y que hay injusticia. Creo que hacer ese libro y tener ese interés tan, tan profundo y tan auténtico, porque marcó mi propia historia personal, me ha hecho buscar esa beta de qué es lo que sucede cuando uno reúne una palabra poética con algo que pudiera ser completamente diferente, que es una ciencia como la entomología o la micología”.

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Tu segundo libro viene después de 11 años de tu ópera prima, es un periodo largo de tiempo y ya hay otro registro

“Sí porque, en ‘Nocturno corazón de los insectos’, sí estaba muy influenciada por el simbolismo francés. Yo estaba fascinada por lo que hacían Marcel Schwob o lo que hacía, en México, Efrén Rebolledo. Es un libro que trata un tema muy duro, es el abandono y el silencio que hay en la familia. Está escrito de una forma muy simbólica, velada y hasta oscura. Con ‘No volverse agua’, es completamente lo contrario. Es un discurso muy directo, muy honesto, muy desgarrado y, en ‘Palabras que el micelio repite en mi cabeza’, es un lenguaje muy descriptivo de investigación, pero muy aterrizado en la experiencia personal”.

Por ahora, Ana Corvera trabaja en un nuevo libro que, espera, salga pronto en una editorial peruana, pues señala que el momento creativo en el que se encuentra actualmente le ha permitido seguir explorando diversos tonos y temas en su poesía.

 

 

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